La mujer y Ia francmasonería en México siglo XIX

La Francmasonería, históricamente asociada a los hombres, ha tenido la participación de mujeres desde sus inicios, aunque de forma limitada y con restricciones. Durante el siglo XIII, algunas cofradías y gremios profesionales aceptaban la presencia femenina, como el caso de las hilanderas y la Guilda de Carpinteros en Norwich, que incluían «hermanos» y «hermanas».

Uno de los ejemplos más notables es Sabine de Pierrefonds, quien trabajó en la catedral de Estrasburgo y Notre Dame de París, destacándose como maestra de obra y formadora de aprendices. Sin embargo, con el surgimiento de la masonería especulativa en el siglo XVIII, la inclusión de mujeres se restringió aún más, ya que la Gran Logia de Inglaterra, bajo las Constituciones de Anderson de 1723, prohibió explícitamente la iniciación femenina.

A pesar de las restricciones, surgieron en Francia las logias de Adopción a partir de 1775, afiliadas a logias masculinas y permitiendo la participación de mujeres, principalmente de clases altas y aristocráticas. Estas logias prosperaron bajo figuras prominentes como la emperatriz Josefina durante el Imperio Napoleónico, aunque muchas desaparecieron o redujeron su actividad con el tiempo.

En México, las mujeres tuvieron un papel significativo durante la Guerra de Independencia, participando en sociedades discretas y patrióticas. Leona Vicario, una de las figuras más destacadas, participó activamente en las redes de comunicación insurgentes y mantuvo estrechas relaciones con miembros de la masonería, como Andrés Quintana Roo. A pesar de la falta de evidencia clara sobre la presencia de logias de Adopción en Nueva España, la influencia masónica y sus rituales se percibieron en las actividades clandestinas de los insurgentes.

Otra figura importante fue Josefa Ortiz de Domínguez, «La Corregidora», quien, junto con su esposo, promovió reuniones secretas que contribuyeron al movimiento independentista. Aunque las mujeres no tenían un rol oficial dentro de la masonería, su participación fue fundamental para la difusión de ideas revolucionarias y la construcción de una nueva nación.

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